Eterno ambarino sideral

Señor, Tú me sondeas y conoces este canto;
Lo conoces cuando despierto, cuando me levanto,
Cuando de Infinitos llenas mis pensanientos.
Distingues mi camino y mi lucha sin descanso,
Todas mis sendas te son familiares, huellas al ocaso.
No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya la sabes toda.
Me envuelve tu espíritu, me cubre con su manto ancestral
¿Adónde escapare de tu mirada de vastedad?
¿Dónde no se escuchará mi plegaria de libertad?
Alfa y omega, Si escalo al cielo ahí estás tu,
Si me acuesto en el abismo, ahí te encuentro;
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
Hasta el confín del mar,
Ahí estara tu destello cierto, eterno ambarino sideral.

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, ponga el Amor.
Donde haya ofensa, ponga el perdón.
Donde haya discordia, ponga la unión.
Donde haya error, ponga la verdad.
Donde haya duda, ponga la Fe.
Donde haya desesperación, ponga la esperanza.
Donde haya tinieblas, ponga la luz.
Donde haya tristeza, ponga la alegría.

Oh, Señor, que no busque ser consolado, sino consolar,
Ser comprendido, sino comprender,
Ser amado, sino Amar.
Porque es entregándose como se recibe,
Es olvidándose de si mismo, como se encuentra el Ser,
Es perdonando, como se es perdonado,
Es muriendo como se llega a la eternidad.

Dios, dame lo que aún te queda

Dios, dame lo que aún te queda,
Dame lo que nadie te pide.
Yo no te pido ni riquezas ni fortuna,

Ni siquiera te pido salud;
La gente te pide eso tan seguido,
Que tu ya nada de eso debes tener.

Dios, dame lo que aún te queda,
Dame lo que la gente no quiere aceptar,
Quiero inseguridad y desasosiego;
Quiero privaciones y lucha sin fin.

Y si me das todo esto, oh Dios
Dámelo ahora de una vez,
Porque no siempre tendré la fortaleza,
Para pedirte lo que aún te queda.